De esta forma comienza Exile, con un de tal palo tal astilla. Pero aunque ya se sabe que los tópicos son una buena manera de acercarse a la realidad, de una ficción de la BBC podemos esperar de todo menos algo típico. Y aprovechando esta coyuntura del cliché, podemos empezar diciendo que, con Exile, las apariencias engañan. La miniserie de tres capítulos que BBC One emitió a principios de mayo parece querer ser una revisión-siglo-XXI de aquello del hijo pródigo. En este punto, lo fácil es contar que Exile habla de la recuperación de la memoria familiar en la figura del Alzheimer; lo difícil es creernos que pueda hacerlo desde las coordenadas de un thriller criminal con poco que envidiar a los mejores momentos de Rubicon. Y es que con un equipo experimentado en la ficción televisiva encabezado por Paul Abbott, como productor (State of Play, Shameless), y John Simm (Doctor Who) y Jim Broadbent (Moulin Rouge) delante de las cámaras, la BBC puede llevar a buen puerto cualquier idea disparatada que se le ocurra.
Después de 18 años y tras una crisis personal y laboral, Tom Ronstadt vuelve a su ciudad de origen, a casa de su padre enfermo de Alzheimer, que tiene esclavizada a su hermana pequeña, que no hablaría precisamente maravillas de la Ley de Dependencia inglesa. ¿A que parece que los tres empezarán a sacar los trapos sucios para luego perdonarse? Pues no. En Exile nada es lo que parece; primero, porque al viejo de Tom se le ha pirado la cabeza y es imposible hacerle entrar en razón, y segundo, porque la inexplicable paliza que éste le pegó a su hijo y provocó su huída es oficialmente imperdonable. El intento del protagonista de encontrar una explicación a aquel sangriento episodio será el inicio de una negrísima crónica de Reino Unido… Porque en España tenemos Puerto Hurraco, pero los ingleses tampoco se quedan atrás.
Con Exile, la BBC One se apunta otro tanto en entretenimiento y calidad; mientras la BBC Two, cadena minoritaria – y con mayor libertad creativa –, puede darse el lujo de un The Crimson Petal and The White, la primera cadena debe cortarse un poquito más… y eso que los espectadores ingleses están muy bien educados. Pero Exile cumple con creces; es un producto correctamente realizado, entretenido y que además habla de la memoria de lo social, desde el Alzheimer a la impunidad de los crímenes cometidos en las zonas más deprimidas del país. Son esos crímenes los que provocan el exilio familiar, no sólo en la distancia, sino interior, en el hombre que sacrifica sus recuerdos para ocultar los pecados de otros y poder rescatar lo que queda del amor de sus hijos… Y es que ya se sabe que padre sólo hay uno..., o algo así.
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