Sleeper: dícese de aquellas películas dormidas que despiertan una vez llegan a la cartelera, de pequeñas dimensiones, y que se hacen grandes porque el público las recomienda. El Club Silencio aprovecha la coyuntura y dedica una sección a los mejores Sleepers interpretativos de la tele.
Rose Byrne es la protagonista del primer Sleepers de El Club Silencio, dedicados a aquellos actores y actrices seriéfilos infravalorados que tienen un huequecito en mi corazón por méritos propios… Y ella lo es con todas las de la ley. Y es que estoy harto de oírlo: Rose Byrne no es una joven promesa. Rose Byrne es una actriz de tele y cine consagrada, y no porque lleve décadas en el negocio con decenas de proyectos detrás, sino porque lo poco que ha hecho ha sido impecable, con el reconocimiento de la crítica out of mainstream y algún premio gordo que ya quisieran muchas veteranas… Y haberse cepillado cinematográficamente a Brad Pitt también es algo que a muchas les molaría decir. Pues sí, Rose lo ha hecho, envidiosas.
2011 ha sido su año más blockbuster: X-Men: Primera generación, Insidious y La boda de mi mejor amiga. Y aunque gracias a esto podemos verla en portada día sí y día también, Byrne es muy consciente de lo que le debe a la parte menos visible del audiovisual; véase la tele y el cine indie: “me veo más como una actriz con personalidad que como famosa”. Y es que esta australiana de 32 años lleva más de 15 delante de una cámara; en 1994, en plena adolescencia, debutó en Dallas Doll, producida en su país natal, y participó en varios proyectos televisivos (sí, la mitiquísima Los rompecorazones) años antes de protagonizar The Goddess of 1967 (en España La diosa del asfalto), gracias a la que se agenció la Copa Volpi a la mejor actriz de Venecia 2000. Con 21 añitos, que se dice pronto.
Quién le iba a decir a esta pequeña de cuatro hermanos criada en un barrio humilde de Sidney que, además, Lucas la ficharía para Star Wars: El ataque de los clones. Y pese a que posteriormente se ha mantenido a la sombra de actrices como Natalie Portman, Keira Knightley o Diane Kruger, Byrne se ha manifestado siempre afortunada de tener un guión entre manos: “Ser una actriz en activo es increíble, porque el 99 por ciento de los actores está fuera del sistema. Conozco a mucha gente con talento, mejores actores que yo que no han tenido su oportunidad”. Aun así, es innegable que Rose ha sabido aprovechar al máximo sus modestos papeles bajo la tutela de Petersen (Troya), Coppola (María Antonieta) o Boyle (Sunshine).
Pero más allá de festivales y taquillazos cinéfilos, Rose Byrne debe a Damages una de sus mejores interpretaciones y el respaldo de la crítica en nominaciones varias a Emmy y Globos de Oro; además de nuestro amor incondicional, por supuesto. Y aunque no es su primer proyecto televisivo importante (trabajar en una miniserie de época de la BBC como Casanova es todo un trampolín, y si no que se lo digan a Romola Garai), es Ellen Parsons quien nos permite disfrutar semanalmente de la australiana. Y es que parece que a Rose no le importa lo más mínimo llevar cuatro temporadas a la sombra de Patty Hewes… Sólo una actriz experta y entregada como ella sería capaz de empatarle el pulso interpretativo a la mismísima Glenn Close.
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