En televisión está a la orden del día eso de tener buenas ideas y no saber o no poder explotarlas de la manera correcta; nos hacemos cargo de que es imposible controlar todos los factores que intervienen en este tipo de proyectos. Pero lo de la ficción catódica española es de campeonato: es experta en hacer series chapuceras incluso teniendo tan a mano los referentes en que claramente se inspira. Porque lo de que Gran Hotel es la Downton Abbey cañí no lo digo yo… La serie de Bambú para Antena 3 se enorgullece de ser una adaptación castiza de la británica acerca de las vicisitudes sociales allá por 1900, y sólo hay que echarle un vistazo al primer capítulo para darse cuenta. Hasta ahí la buena idea. Como ya se habló a partir de The Playboy Club, el de Gran Hotel es un problema de figura y fondo; sabe explotar las formas del género al que reverencia, pero no tiene un discurso que articular a través de ellas. Gran Hotel no tiene alma.
Y eso que ya les gustaría a muchas poder decir que son primas lejanas de Downton Abbey. Es uno de los primeros casos en que no se demoniza a una ficción por inspirarse en otra; ya no sólo por el éxito internacional incontestable de la primera, sino por su afán en actualizar las formas del melodrama de época, denostado en la televisión de los últimos años y que podría tener mucho que decir en España. De hecho, los mejores momentos de Gran Hotel son aquellos en los que se dejan entrever tales fórmulas: el encuentro de los protagonistas en la estación (el tratamiento temporal de esta escena recuerda a Downton Abbey); el montaje paralelo entre los vagones de primera y tercera clase; las referencias a lo epistolar en la relación entre Julio y su hermana; la desaparición misteriosa de ésta. Los primeros diez minutos demuestran que Gran Hotel podría ser digna sucesora del género al que homenajea conscientemente; los problemas, como en toda ficción española, vienen después, y provienen de mucho más arriba.
Ser tan perfecta en producción y mucho más correcta de lo esperado en guión y dirección como Gran Hotel (bravo al equipo de Bambú; Ramón Campos, Carlos Sedes y compañía) no es suficiente cuando lo que necesita nuestra industria es una revolución en programming y scheduling, como bien dicen los americanos. Los defectos de la nueva de Antena 3 sobresalen cuando la duración de la ficción para su acomodo en parrilla (scheduling) agota sus virtudes hasta el extremo y deja en bragas el artificio, pues no sólo hace falta un género, sino algo que contar a través de él (programming), y el discurso de Gran Hotel no da para tanto. Estas estrategias claramente fallidas convierten la serie en una desalmada y mecánica acumulación de diálogos rancios sobre familias desheredadas, mujeres independientes y relaciones a lo Titanic, que demuestran además lo limitado del star-system juvenil, empleado únicamente para llamar audiencias. Gran Hotel es otra historia más sobre la ficción española; lo que pudo ser y no fue.
Quiero verla antes de apalearla (o no), pero me parece bastante sensato todo esto que dices... No obstante yo creo que existe esperanza. Hay algo de presupuesto, hay bastante talento (yo no soy de las que demoniza a los guionistas, creo que lo nuestro es más un problema industrial)... Como en el fúrgol: ¡POOOODEEEMOOOOSSS!
ResponderEliminarEs cierto que es esperanzador que se lleven a cabo este tipo de proyectos, sobre todo en desembolso y en exploración de los géneros. Aun así, tiene más defectos que virtudes, y no debemos ser condescendientes con la industria televisiva española. Es una como cualquier otra.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comment!!:D
PD. Has de ver (si no lo has hecho ya) AHS, y hablar sobre ella!
ResponderEliminarSí!!! AHS tiene mucha chicha. Quiero escribir algo después de haber visto algún capítulo más. Es uno de los estrenos de la temporada (ve Revenge). :D
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