SPOILERS del primer capítulo de AHS: Coven
"Lo que realmente queremos hacer es un comentario
social". Puede sonar pretencioso, pero estas palabras de Ryan Murphy
esconden el sentido real de American Horror Story. Aunque se ha consagrado en
dos temporadas como un gran tributo a las fórmulas del terror y como una
mamarrachada televisiva genial y divertidísima, la serie tiene ese
valor transgresor de las grandes producciones, en el discurso crítico, común en
las ficciones de Murphy, tanto como en el uso impecable del género. No es la
primera vez que comparo AHS con Moulin Rouge; salvando las distancias, son creaciones pioneras en reinventar las recetas de un género en concreto para tratar temas
actuales con un tono además muy contemporáneo. Los capítulos de AHS están plagados de referencias al horror de la pequeña o la gran pantalla que hablan, por ejemplo, de la
destrucción de la imagen de la familia occidental (¿os acordáis de los Harmon?) o de la hipócrita crónica negra de Estados Unidos (del falso
Bloodyface al reprobable periodismo de Lana Winters, en Asylum). Pequeñas joyas como
éstas me han animado a hacer reviews semanales de American Horror Story; intentemos verla con otros ojos, como la serie grande y jugosa que es, más alla de idas de olla, sustos y frikismo.
La primera escena de American Horror Story: Coven es un
prólogo muy certero al respecto del concepto de la serie, sobre todo de lo que será la tercera temporada argumental y visualmente. Flashback a Nueva Orleans en 1834, machismo,
esclavismo, rituales satánicos y un uso muy curioso y actual del lenguaje
heredado del cine mudo y el expresionismo. Es la historia de la que conoceremos
como Madame LaLaurie (Kathy Bates), una
sádica esclavista que existió en la realidad, experta en las reuniones
sociales en que intenta vender a sus hijas al mejor bolsillo tanto como en la
tortura y las mutilaciones a negros en su buhardilla. ¿Una mujer sometida a la
opresión social que usa el poder del que dispone para desquitarse arrancando
páncreas? El siniestro retrato de LaLaurie contrasta con el de Zoe (Taissa
Farmiga), ya en la actualidad: tras descubrir sus poderes como bruja en un
sangriento incidente sexual, es enviada a la escuela Miss Robicheaux, también
en Nueva Orleans, para aprender a reprimir sus 'habilidades excepcionales'
junto a otras chicas que viven escondidas de la sociedad: Madison (Emma
Roberts), una actriz famosa, la clarividente Nan (Jamie Brewer) y Queenie
(Gabourey Sidibe), una muñeca vudú humana.
En tan solo el primer acto, Bitchcraft, escrito por Ryan Murphy y
Brad Falchuk y dirigido por Alfonso Gómez Rejón (dio las mejores escenas de la
serie en Spilt Milk y Madness Ends, de Asylum), adelanta el conflicto principal
de AHS Coven: mujeres que hacen el mal vs. mujeres que son enseñadas a hacer el
bien. Esa trama que parece vertebrar la temporada es más clara en los personajes
de Fiona (Jessica Lange), bruja Suprema, capaz de hacer cualquier maldad para
conservar su juventud (más bien su poder inigualable), y su hija, Cordelia
(Sarah Paulson), profesora de la academia y defensora de la ocultación de su
linaje. Ese retrato de la mujer que utiliza la maldad frente a la opresión y se
le acaba yendo de las manos ya lo trataron Murphy y su equipo en Asylum: Jude y Lana eran mujeres ambiciosas y valientes, que
sacaron lo peor de sí mismas para prosperar, con acciones más que reprobables, y
que acaban redimidas por la muerte o la soledad. Las brujas y la mitología
Salem proponen un discurso similar: mujeres que deben ser cautas para sobrevivir pero
que acorraladas son peligrosas por naturaleza. ¿Hasta qué punto podemos defender que hagan el 'bien' a través del mal?
Discrección y superioridad, igualdad y diferencia
"Pensé en la historia de las brujas como una metáfora
de cualquier minoría perseguida en este país", afirmó Ryan Murphy en una
entrevista reciente a Vulture. El creador vuelve a defender la diferencia, uno
de los valores transversales de sus series, de Popular a Glee, en la tercera entrega de AHS, donde es imposible no ver a la mujer como objeto de esa persecución. Las temporadas previas se recrearon especialmente en
personajes femeninos, pero Coven es 100 por 100 femenina y feminista. También
es fácil ver en ella cierto apunte a las propias teorías del feminismo, de la
igualdad (y camuflaje) que defiende la discreta Cordelia a la diferencia (y
superioridad) de Fiona. "No os convertiréis en grandes mujeres de nuestro
clan aquí sentadas en Hogwarts"; la bruja Suprema
anticipa en el primer capítulo esa confrontación sobre si el fin
justifica o no los medios. Por un lado, las alumnas acaban usando su poder en un
acto de venganza; por otro, Fiona 'resucita' (¿y se alía?) a Madame LaLaurie.
Recordemos la obsesión de ambas por la juventud y la belleza (una busca el
lifting definitivo; la otra fabrica cremas con vísceras humanas) como únicas
armas de la mujer, cada una en su época.
Coven recupera ese argumento sobre el mal justificado a
través de la trama teenager, que vertebra los nuevos episodios, y el
conflicto entre lo 'nerd/friki' y lo 'normal', algo que nos suena de Glee y
Popular. Las brujas no dejan de ser freaks frente a los jóvenes WASP de
la hermandad universitaria ("las fraternidades están llenas de fascistas",
dice Zoe) en escenas que recuerdan a películas con conflictos similares como Carrie
(el polvo 'fallido' de Zoe parece un reflejo de la Carrie a la que le viene la
regla en las duchas) o Jóvenes y brujas (el momento en que Madison vuelca el
autobús tras ser violada). Temas comunes de American Horror Story y de la obra televisiva de Ryan Murphy que vemos ya en los primeros minutos de Bitchcraft:
cómo se enfrentan las minorías a la diferencia y a la opresión de la sociedad.
La premiere es además un tanteo impecable en lo audiovisual, del expresionismo
perturbador con el que Alfonso Gómez Rejón (le veremos también en The
Replacements, el tercer episodio) se refiere a la Nueva Orleans de 1800 a los colores blancos y negros del Bien vs. Mal que se cuece en la academia de Miss Robicheaux…
Esto no ha hecho más que empezar. ¡Disfrutadlo!
Otros apuntes:
Se ha quedado en el tintero hablar de la trama Romeo y
Julieta que propone Bitchcraft. El affaire entre Zoe y Kyle (Evan
Peters), que muere en la premiere, es uno de los atractivos
argumentales de Coven y dejó ya un guiño inconsciente a los fieles de lo
romántico. ¿No recuerda la escena en que se conocen, separados por una lámina de cristal, a DiCaprio y Danes en Romeo + Julieta, de Luhrmann?
El pulso más interesante de la temporada es el
de Fiona y Madame LaLaurie; los creadores comentaron que Lange y Bates serían enemigas en la
ficción, pero está claro que son tal para cual. ¿Cómo interpretáis esa idea sobre la belleza y la juventud como poder femenino? Otra referencia: RM47, nombre del medicamento financiado
por Fiona, es una coña de Falchuk hacia Ryan Murphy (47
años).
Tanto la cabecera de la serie, que Ryan Murphy adelantó en
Twitter hace unas semanas, como la escena inicial de Coven, la de la sangrienta
colección de Madame LaLaurie, avanzan algunas iconografías interesantes,
como la del minotauro, que tendrán importancia simbólica a lo largo de la
temporada. Como no me ha dado tiempo a investigar sobre esto os dejo un post de AgenTV al
respecto. Referencias culturales como éstas son lo mejor de la serie.
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