Sí, la segunda temporada de The Good Wife merece dos entradas en el blog. Y así seguidas, en plan maratón. Porque lo de esta serie es de campeonato; comparte el podio con Fringe en ser la ficción con el fenómeno fandom más contundente de la televisión actual, teniendo en cuenta sus pobres datos de audiencia. Puede que los florrickeros seamos un pequeño nicho televidente, pero ya se sabe que la especialización favorece la competitividad. Y es que la ascensión de The Good Wife desde su primer capítulo ha sido orgásmica. Ha pasado de ser un procedimental de abogados muy innovador y con un desarrollo de personajes inquebrantable a un drama polifacético sobre la justicia y la política más realista imposible. Eso sí, con toques de soap-opera elegantísima…, porque es la Tensión Sexual No Resuelta entre Alicia y Will lo que más nos pone de todo.
La segunda temporada de The Good Wife ha perfeccionado el descenso de Alicia a los sótanos más sucios de Chicago. Si la primera temporada presentó el conflicto de la protagonista entre lo personal y lo laboral, entre la vida familiar y la justicia, no sólo en los casos de Lockhart & Gardner, sino también en los procesos judiciales de Peter, su season finale ya avanzó la importancia de la política en la segunda entrega de la serie. La entrada de Eli Gold para salvar el culo a Alicia y la rueda de prensa que nos dejó con el corazón en un puño fueron los primeros síntomas de que la Florrick, como dijo Diane en el capítulo del último martes, se convertiría en “el puente entre lo legal y lo político” de lo más granado de Chicago, con intromisiones en su vida privada incluido, por supuesto. Y lo que nos queda: los conflictos en la relación personal y laboral de Will y Alicia, con Peter Florrick como fiscal cabreado de por medio, darán mucho que hablar en la tercera.
Precisamente el conflicto entre lo público o político y lo privado ha sido desde el principio el puntal de la ficción; The Good Wife tiene una miga muy melodramática - el conflicto entre el deber familiar, laboral, o político, y el propio deseo, viene de muy lejos - camuflada tras la apariencia de un drama light de abogados. Ese collage de géneros y perspectivas hace que la serie, al igual que otros dramas legales como Damages y Silk, lance una de las reflexiones más perfectas sobre las dinámicas reales del poder, la justicia y lo personal. No es casual que el desencadenante de The Good Wife fuera la dimisión real de un político corrupto estadounidense acompañado de su esposa, así como que los casos de Lockhart & Gardner tengan un referente directo con la realidad, desde el caso Facebook a Strauss-Kahn.
Sin embargo, todo lo que de político tiene que decir The Good Wife se quedaría en nada si no fuera el relato televisivo mejor desarrollado y más entretenido de hoy en día. Porque, para qué engañarnos, lo que más nos interesa es lo que le pasa a los personajes. Y respecto a eso, la segunda temporada ha sido de infarto. Si en la primera vimos cómo Alicia se maleaba poco a poco al contacto con los demás, habiendo estado dedicada solamente a su familia durante años, en los últimos 23 capítulos han sido el resto de protagonistas los que se han transformado gracias a ella.
Desde Cary, al que la envidia hacia Alicia ha convertido en uno de sus principales enemigos y ha acabado pasándose definitivamente al bando de los malos; Peter, que casi logró convencernos de su conversión en uno de los buenos por el “amor” a su mujer; Eli, que es ahora un hombre comprensivo y con un punto débil (que vuelva America Ferrara, por favor); Will, que en la season finale dejó de lado los tejemanejes judiciales y se ha convertido en un hombre “familiar” y enamorado, a Kalinda, que reniega totalmente de su pasado - y que en el último capítulo empieza a recelar de sus affaires con casados/as - tras haber fallado a su mejor amiga.
Y es que, para revolución, Alicia Florrick. Porque lo de que es buena esposa es mentira, y con razón. Desde que le salió mal “el plan” con Will a principios de temporada, Alicia se ha debatido constantemente entre su jefe, que encima va y se echa novia, y Peter, que parecía no haber roto un plato en su vida. Y es a Kalinda (al final hasta la prota va a tener que agradecerle haber sido "la querida") a quién debemos la transformación final de Alicia en esa última escena, en una mujer que abandona el “deber” y se deja llevar por el “deseo”… Y es que The Good Wife tiene mucho de soap-opera o melodrama…, pero de momento con un happy ending por todo lo alto.
Desde Cary, al que la envidia hacia Alicia ha convertido en uno de sus principales enemigos y ha acabado pasándose definitivamente al bando de los malos; Peter, que casi logró convencernos de su conversión en uno de los buenos por el “amor” a su mujer; Eli, que es ahora un hombre comprensivo y con un punto débil (que vuelva America Ferrara, por favor); Will, que en la season finale dejó de lado los tejemanejes judiciales y se ha convertido en un hombre “familiar” y enamorado, a Kalinda, que reniega totalmente de su pasado - y que en el último capítulo empieza a recelar de sus affaires con casados/as - tras haber fallado a su mejor amiga.
Y es que, para revolución, Alicia Florrick. Porque lo de que es buena esposa es mentira, y con razón. Desde que le salió mal “el plan” con Will a principios de temporada, Alicia se ha debatido constantemente entre su jefe, que encima va y se echa novia, y Peter, que parecía no haber roto un plato en su vida. Y es a Kalinda (al final hasta la prota va a tener que agradecerle haber sido "la querida") a quién debemos la transformación final de Alicia en esa última escena, en una mujer que abandona el “deber” y se deja llevar por el “deseo”… Y es que The Good Wife tiene mucho de soap-opera o melodrama…, pero de momento con un happy ending por todo lo alto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario