2011 es el año en que la sitcom tira la casa por la ventana. Por si quedaba aún alguna duda de que la comedia está en el punto de mira de los medios especializados por ser el género a la vanguardia televisiva de las últimas temporadas, New York Magazine retoma esta semana la reflexión sobre por qué podemos agradecer a Modern Family el renacimiento de la sitcom. Y parece que gran parte de todo esto se lo debemos a las chicas de la tele. Estaba claro que, después de tantos años de ver el formato de risas enlatadas como una antigüedad un tanto molesta que no tiramos por cariño, las fórmulas de la comedia estaban obligadas a vivir unas bodas de oro como Dios manda. Y en esto que llegó Modern family tras el fenómeno Friends-nostálgico de Cómo conocí a vuestra madre y el pelotazo de 30 Rock. La serie familiar de la ABC llegó para meterse a público y crítica en el bolsillo en sólo dos temporadas: no sólo vale con resultar gracioso, también tienes que saber buscarle las cosquillas a la audiencia, y Modern Family supo hacerlo con el retrato del nuevo hogar norteamericano.
New Girl y otras series ya comentadas como 2 Broke Girls o Suburgatory son hijas descaradas, más cool y cosmopolitas de la comedia yanqui en esta nueva edad de oro. Y algo nuevo tendrán que contar cuando éstas triunfan y sus hermanos a lo macho norteamericano se conforman con comerse los mocos. Y no me refiero a Ted Mosby... Las audiencias confirman el ocaso de la masculinidad noventera; How To Be a Gentleman no ha durado ni dos telediarios en CBS, y Last Man Standing y Man Up intentan mantener el tipo en ABC con su discurso sobre lo complicado de ser hombre cuando las jóvenes catódicas dejan de realizarse a través del compromiso emocional y pasan directamente a los follamigos. Max, Tessa y Jess reniegan del amor a base de decepciones y buscan alegrías en la amistad y el trabajo, en lo que creo una representación mucho más certera de las inquietudes femeninas actuales.
Lo de New Girl es mérito doble; Elizabeth Meriwether, guionista de la peli Sin compromiso (nueva pista), y Zooey Deschanel se lo curran en su intención de dar una vuelta de tuerca a la comedia de chicas (de hecho, chica sólo hay una) a través de Jess, quien se muda a un apartamento de maromos después de que su novio le ponga los cuernos. Y lo que parece una historia clásica sobre empezar de cero a los veintimuchos es la coartada perfecta para poner en forma un producto con ganas de audiencia y unas pretensiones de calidad en la representación de la joven nowadays que se queda a medio camino por su falta de gracia (me refiero a la serie, que yo por Zoeey mato). Su originalidad empieza y acaba en el protagonismo femenino y en ciertas referencias culturales que la nombran comedia indie por excelencia; Deschanel destaca por abandonar los complejos a golpe de muecas desvergonzadas, escenas de Dirty Dancing y música de She & Him. New Girl será aún deficiente en esto de provocar carcajadas, pero es imprescindible para ver por dónde van los tiros de la ficción femenina actual.
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