Lo de dar el brazo a torcer es algo complicado, por muy zombi que seas, y más en esto de
la crítica. Sin embargo, hasta los más escépticos tienen que reconocer que The
Walking Dead ha entrado en la madurez con buen pie. Los primeros capítulos de
la tercera temporada retoman la oscuridad que se ha ido trabajando la serie
entre cambios de guionistas y sustituciones de showrunner, y parece que
finalmente los muertos vivientes de AMC encuentran el tono perfecto de rojo
sangriento. Menos filosofía – que para algo están los monólogos de Emanda – y menos
idealismo – véase The Newsroom – en pleno apocalipsis; la ficción ha puesto a
Rick a dar hachazos en la cabeza a diestro y siniestro, que es lo que quieren
los espectadores y lo que por defecto han acabado prefiriendo los especialistas.
The Walking Dead, una serie con la que se ha sido excesivamente condescendiente,
empieza a ser legitimada con argumentos de peso; no tanto por méritos propios –
aún está a varios pasos de ser buena – sino por haber revolucionado
la producción de las cadenas privadas de cable y haber dado la vuelta al rasero
crítico con el que tradicionalmente se las ha medido.
Entertainment Weekly aprovechó hace unos días el record alcanzado
por The Walking Dead al convertirse en el estreno más visto en la historia del
cable y lanzó seis consejos de programación que sus competidoras
deberían guardar como libro de cabecera. Los zombis de AMC inauguraron en 2010
una línea conceptual que después han adoptado otras ficciones del pago como
Juego de Tronos, Homeland o American Horror Story. El pedagógico cable
norteamericano abandona poco a poco la dialéctica HBO vs. Showtime (hombre muy
maduro vs. mujer muy madura, si se prefiere) y busca ciertos nichos genéricos
para una audiencia más joven y específica, quizá no siempre el público objetivo
de estas cadenas, pero sí el que las consume en ventanas alternativas y las
promociona en redes sociales.
Estas plataformas, que antes eran un lugar libre de
apreturas económicas con posibilidades para pausadas aventuras argumentales y
formales (Los Soprano, Boardwalk Empire), el tratamiento de ciertas sintonías
generacionales (A dos metros bajo tierra, Mad Men) o la reflexión sociopolítica (The Wire, Deadwood), producen ahora ficciones de
puro género, en los que se combina el entretenimiento con fenómenos culturales
a los que no les falta enjundia; Juego de tronos y las fórmulas de la literatura
fantástica ante la corrupción del poder; Homeland como la visión conspiranoica de
la juventud ante las instituciones post-11S; American Horror Story y los
traumas sociales a través del terror heredado del cine occidental.
AMC es en gran parte culpable de este golpe de Estado a la
programación de las privadas, históricamente instalada en los despachos de la
más conservadora HBO (que también dio su propio volantazo hacia la autoría
joven con How to make it in America y ahora Girls), así como del cambio de
rumbo del canon crítico hacia las series de primera división. En 2007, la cadena estrenó Mad Men, cuya legitimación aun se cuestiona a falta de un mayor
respaldo en números, y se consagró a una audiencia más joven, con más influencia
en círculos sociales y profesionales que de carácter económico. Como apunta
Concepción Cascajosa en Guía de Mad Men, AMC se dedicó a un público nacido
en los 70, con nostalgia de sixties a lo Don Draper, y criado por géneros tales
como el thriller político (Rubicon), el apocalipsis zombi (The Walking Dead) y
el criminal policiaco (The Killing), algunos muy mimados ahora por los
expertos catódicos. Al igual que a la audiencia, ¿se puede pedagogizar a la
crítica?
Me parece estupendo que se apueste por series de entretenimiento, más ligeras y dirigidas a un "supuesto" público joven. Yo las compro siempre que sean buenas. He ahí el problema. En el caso de TWD me he quedado en la mitad de la segunda temporada... Muy floja, perdiendo comba, sin fuerza en las tramas, personajes sin vida... Las audiencias de poco me sirven. En muchos casos no son indicadoras de calidad. Yo quiero una serie con un buen guión, que me emocione, que me haga olvidarme del mundo, y TWD no lo ha conseguido (pero el cómic sí que lo hizo). De todas formas, como bien explicas, bienvenido sea un cambio de rumbo al formato de género (amo el terror, la SF, fantasía...)siempre que éste implique calidad. Un saludo :)
ResponderEliminarYo pensaba como tu pero después de ver el segundo episodio soy muy fan...
ResponderEliminarPersonalmente considero The Walking Dead como una novela para hombres, por muy joven que sea su target.
ResponderEliminarEs mi refugio personal de tanta basura homosexual que abunda ahora en la TV (Glee, Glee project, New normal, Modern Family)
Cecilia: A mí también me ha costado un poco el cambio de mentalidad (yo soy muy del canon tradicional), pero aunque TWD como serie sigue teniendo muchas grietas, yo creo que derivadas de confusión en la adaptación, es innegable lo paradigmática respecto a la programación.
ResponderEliminarCreo que inconscientemente otras series han seguido esta búsqueda de públicos propios, incluso dentro de lo privado; Homeland ha conseguido ser la mejor del año, y AHS le sigue de cerca, en mi opinión.
Lledó y Jorge: Habrá que ver cómo remonta esta segunda temporada :)
Muchas gracias por los comments!!