SPOILERS de la cuarta temporada de The Good Wife
Dicen los King en una entrevista concedida a The Daily Beast
que Alicia Florrick es mucho más divertida cuando sale perdiendo y tiene que
batallar. Y tienen toda la razón; tras aquella genial primera temporada, mucho
más íntima y seria –probablemente también mucho más serial–, lo procedimental
ganó la batalla en The Good Wife, pero son los momentos en que Alicia Florrick
se enfrenta a sus fantasmas cuando de verdad se nos ponen
los pelos de punta. What’s in the box?, la última season finale, no se corta un
pelo en mirar atrás a la hora de colocar a su protagonista en una nueva y
complicada posición de batalla: la escena final del capítulo se marca un homenaje,
cualquiera diría que consciente, al primer episodio de la tercera entrega, A new day, cuando Alicia reflexiona ante el espejo del hall de su casa antes de
que suene el timbre y encare con más o menos valentía un nuevo reto. Lo que antes fue una decisión sentimental es ahora una
laboral, aunque la frontera entre ambas dimensiones siempre ha estado
voluntariamente difusa en la ficción. A The Good Wife le
sienta genial echar un vistazo a su trayectoria, no sólo porque rescata la
faceta más emotiva de los primeros capítulos, sino porque permite a su
protagonista enfrentarse a sí misma tras una temporada en que sus actos han
sido un tanto reprobables.
The Good Wife siempre acaba recurriendo al regreso al
pasado, algunos consideran que de manera tramposa, como maniobra para que
Alicia haga pie en pared antes de que se deje llevar demasiado por la
vertiginosa Lockhart & Gardner. Si la tercera temporada trató el regreso al hogar del matrimonio Florrick, y finiquitó con un acercamiento a
Peter, ahora más evolucionado aunque sin completar, What’s in the box? también retoma cierta nostalgia –desde los guiños In my opinion a ese toque tan Foreign affairs,
el episodio en que Alicia descubre la infidelidad de su marido con Kalinda
durante otras elecciones–. ¿La redención? ¿La espantada de Lockhart & Gardner
junto a Cary es una forma de dar la espalda a la cada vez más perversa dinámica
empresarial de Will y Diane, retratada de forma cruel por los guionistas
tirando incluso de crisis económica? ¿Es una nueva ambición igual de peligrosa –"podríamos
ser los nuevos Diane y Will", dice Cary– o solo una forma de alejarse de Will? Capítulos geniales como
The Seven Day Rule y Red team, Blue team, muestran con claridad los grises
morales de los dueños de L&G tanto como los de la propia Alicia Florrick, que acepta ser
socia de la compañía acercándose a la traición y dejando los remordimientos de lado pero sin posicionarse
claramente junto a Will y Diane.
La cuarta season finale remata de forma excepcional –del
cliffhanger shockeante y el happy ending temporal de la primera y segunda
entrega al reflexivo de la tercera y al revolucionario de esta última– la
temporada más oscura de The Good Wife. No solo para la protagonista, a la que
hemos visto lidiar de nuevo con lo político y lo personal de forma a veces
cuestionable, culminando en un juicio en el que será su propio hijo quien deba decidir el futuro de los Florrick en la Casa Blanca de Illinois. Los
últimos 22 episodios, que probablemente superan a todos los anteriores en
matrículas de honor, profundizan de forma muy realista y actual en los pocos
blancos y negros del resto de personajes: Will y Diane, que luchan de manera burda en
ocasiones por su bufete y, en el caso de ella, por un despacho en el Tribunal
Supremo; el lado todavía más bad-ass de Kalinda, de quien no sabemos si ha tenido que mancharse o no las manos de sangre para deshacerse de su ex marido; Peter
Florrick acaba haciendo la vista gorda sobre la corrupción en su campaña a gobernador cuando
ya estábamos convencidos de su rehabilitación; Cary –de él dicen los King que
nos preparemos de cara a la quinta temporada– y su salida de Lockhart &
Gardner por la puerta de atrás… Y esto hablando solo de 'los buenos' de The
Good Wife.
Por todas estas cosas The Good Wife es una maravilla
televisiva. Un portento de la creación y evolución de los personajes, que
ayudan a la ficción a representar un panorama cada vez más contemporáneo de la
justicia y la política, que apuesta por el riesgo y se aleja de las posturas
contrarias y maniqueas en las que caen algunos procedimentales de network. En
esto también sobresalen Alicia Florrick y compañía; la serie es el drama más
solvente de la televisión actual –el entretenimiento y la calidad hacen tan
buenas migas en pocas producciones–, un acabado perfecto entre la excelencia de
lo episódico y lo serial, con una TSNR mantenida a lo largo de cuatro años de
manera envidiable –¿renovará Alicia los votos hacia Peter como ha prometido o
volverá a Will, con quien tendrá que enfrentarse en los juzgados? –. Y sobre
todo destaca por su tono modernísimo en el retrato del ascenso femenino, de la
marca blanca de la Florrick de entonces a la experta traficante de influencias
–¿no os suena a la Birgitte Nyborg de la danesa Borgen?– con la que nos identificamos ahora en cada giro y a la que perdonamos en sus
meteduras de pata de camino al triunfo igual que escondemos nuestros propios cadáveres en el armario. La realidad no es tan simple ni Alicia Florrick tan
'the good wife'; precisamente por todas esas cosas seguimos amándola.
Nos deja tantos buenos momentos esta temporada, y ese final que nadie se espera... Eso es lo que nos gusta de The Good Wife.
ResponderEliminarAdemas son tan buenos los secundarios que van apareciendo, que la serie puede dar aun mucho de si, hay algunos a los que me gustaria ver en un spin-off.
La proxima temporada promete, ahora toca esperar.
Saludos
En ocasiones tengo mis momentos; a veces creo que se centran demasiado (al menos más que en la primera temporada) en los casos, que son brillantes pero en ocasiones 'frivolizan' la historia que hay detrás. Por eso me gusta como en capítulos como estos se vuelve a Alicia Florrick.
ResponderEliminarAun así, el mejor drama en la actualidad.
Un saludo! Gracias!