No sé si habréis visto Scarlett (1994), la televisiva segunda
parte de Lo que el viento se llevó en que Timothy Dalton interpreta a Rhett
Butler. O las versiones noventeras de Merlin con Sam Neill y Alicia en el País de las maravillas con Tina Majorino. Puede que esta vez la memoria nos juegue
una mala pasada –afortunadamente, porque eran
muy cutres– y hayamos olvidado que algunos pasábamos las noches de sábado, cuando aún faltaba
mucho para ir a la discoteca o para tomarse el primer cubata, viendo miniseries
norteamericanas. Puede que también ahora, con menos inocencia y más juicio,
escojamos la miniserie británica, de la que hablamos en la primera parte del especial, pero la made in USA, como casi todo en lo catódico, fue la primera en
romper fronteras con producciones que darían envidia a mucho blockbuster. No
solo por el presupuesto, también por la pasta política, sociocultural y
artística que gastan muchas de ellas, aventuras arriesgadísimas no
siempre aptas para networks y que, a diferencia de lo british, deben
salir del bolsillo privado. Saltamos el charco para conocer la
miniserie norteamericana, desde la influyente Hermanos de sangre a la reciente
La Biblia pasando por la cinematográfica Mildred Pierce.
También al contrario que en las producciones inglesas, la
miniserie estadounidense tiene poco que ver ya con lo estrictamente televisivo;
mientras las primeras buscan constantemente nuevos formatos que empaticen
con las nuevas audiencias, la industria yanqui se ha instalado en el modelo
HBO, muy arriesgado en discurso pero a veces poco en el género. Algo que no
pasaba en los 90, cuando se emitían miniseries de corte más familiar y fantástico que cuestionaban en efectos especiales lo que se veía en la televisión de otros países –las ya mencionadas Merlin o Alicia–; o
ficciones a la vanguardia de los géneros, como las perturbadoras It (1990) y
Langoliers (1995), basadas en novelas o relatos de Stephen King, una fórmula que rescató La maldición de Dark Lake en 2011. La actualidad es para cafeteros;
la miniserie nace de las cadenas de abonados, y HBO se lleva la palma con
historias que se la juegan muchísimo en lo político y en lo social –Game Change y su secuela en producción, Double Down; o las The Corner y Generation Kill de David Simon–, que rehabilitan y acercan durísimos relatos históricos o personalidades olvidadas –Hermanos de sangre, The Pacific, John Adams o Temple Grandin–; y que apuestan por la estilización de lo
cinematográfico –la magistral Mildred Pierce, de Todd Haynes–.
La producción que se sale por la tangente en la actualidad
conversa con esos dos tipos de miniserie a través del tiempo.
Ficciones de los últimos años como Tin Man, la
revisión de El Mago de Oz de 2007 protagonizada por Zooey Deschanel y Alan
Cumming; o la próxima La Cúpula de CBS, inspirada también en una novela de
Stephen King, apuestan con más o menos suerte por el género y el
entretenimiento. Curioso es también el ejemplo del formato tradicional de History Channel, las recientes miniseries Hatfields & McCoys, El asesinato de Lincoln o la mediática La Biblia. ¿Su reflejo? Cadenas que han pasado
más desapercibidas o nuevas plataformas que buscan su propia audiencia tanto como su
propia marca, arriesgando en parrilla a través de la eficaz fórmula política consagrada por HBO. Por ejemplo, la fallida Political Animals (2012), de USA Network,
o la House of Cards de Netflix, que nació como miniserie y ha logrado una
segunda temporada. Hemlock Grove, también de Netflix, parece
seguir el mismo camino que su predecesora aunque en otras coordenadas de género: una primera entrega de
tanteo a la espera de ser renovada o no. De lo prolífico a lo inmovilista, de
lo innovador a lo estilizado; la
miniserie norteamericana, como en todo lo televisivo, lidera el mainstream. ¿También la vanguardia?
No sé si serán vanguardia, pero todas las que citas y resulta que las he visto todas menos la Biblia y Tin Man son grandes series sin importar el formato. Si las grandes cadenas vuelven a apostar por ellas vendrán tiempos interesantes.
ResponderEliminarEn eso coincidimos. Creo que la miniserie USA está en un momento muy especializado y debería apostar por nuevos caminos, aunque como ya vimos en el artículo de THR de la semana pasada las cadenas nuevas (FX, por ejemplo) se la van a jugar nuevamente. Esperemos que salga algo bueno; Fargo tiene muy buena pinta :)
ResponderEliminarUn saludo, y gracias!