martes, 13 de septiembre de 2011

Mildred Pierce, perfecta y televisiva

Decir que Mildred Pierce es puro cine es mentira. Sí podemos decir que la miniserie de la HBO le debe más a lo cinematográfico que a lo catódico, pero es innegable que Mildred Pierce es pura televisión. Los principales atractivos del proyecto (véase la inversión en el proceso de producción o el estar dirigida por un cineasta y protagonizada por una actriz de campeonato pero novata en la pequeña pantalla) parecen haber hecho olvidar a muchos lo televisivo del invento. Mildred Pierce es considerada poco menos que una intrusa en el medio y desmerecida en su primer puesto de nominaciones Emmy. Y nada más lejos de la realidad; su perfecta ejecución formal y argumental o la brillantez del equipo artístico no deberían ser considerados como factores que la acerquen a las vicisitudes de cualquier ficción cinematográfica, sino razones que realmente la consagren como un ejemplo especialmente magistral de televisión de calidad.

Ya se sabe que las apariencias engañan… y en Mildred Pierce poco hay más aparente que Kate Winslet ante las cámaras y la mano de Todd Haynes detrás de éstas. No por ello han sido deslegitimadas The Walking Dead, con Darabont como padre, o Boardwalk Empire, con Scorsese como padrino. La calidad de Mildred Pierce como producto televisivo depende tanto de su materia prima como de las posibilidades que la HBO ofrece; podríamos decir que cualquier realizador con el talento de Haynes y el dinero del que éste dispuso estaría en las mismas. Y si es por su duración, Mildred Pierce no sería más perfecta como animal catódico fuera de sus cinco capítulos. Puede que gracias a su menor duración (o, si se quiere, a su mayor conclusividad por capítulo) sea más disfrutable y vistosa, pero no por ello menos arriesgada o profunda.

Y es que lo de meterse con Mildred Pierce es como criticar a los que tienen pasta para cenar en el Vips mientras tú lo haces en el Macdonalds. Juega en una liga diferente, y demuestra que la tele no tiene nada que envidiar al cine haciendo un perfecto uso de los recursos a su disposición. Lo que sí es cierto es que Todd Haynes se enorgullece de dónde viene (el cine) y de la manera en que sabe hacer las cosas (el melodrama cinematográfico). Haynes, considerado resucitador del melodrama clásico gracias a Lejos del cielo, vuelve a sacar los bártulos emocionales y formales para actualizar el reverso televisivo del género, malogrado por el culebrón y la soap-opera, en una nueva versión de la novela de James M. Cain. Y eso que Michael Curtiz y Joan Crawford ya dejaron bien alto el listón en su versión de 1945…


Todd Haynes no utiliza la coartada melodramática sólo para complacer al incondicional del género (la estructura del rise and fall femenino parece hecha a medida para Douglas Sirk; el opening de la miniserie, con tartas de por medio, recuerda al relato protagonizado por Julianne Moore en Las horas, otro melodrama a lo siglo XXI). La Mildred Pierce televisiva está hecha para ser un reflejo mejorado del Alma en suplicio de Curtiz, que peca de facilona, tramposa y conservadora. Haynes y compañía perfeccionan en cinco capítulos la relación Pierce-Veda y actualizan lo políticamente decible en un melodrama (véase la ambición profesional de la protagonista o las escenas de sexo), sustituyendo el clásico castigo a la mujer trabajadora por el sacrificio de Mildred ante su familia… Una patada al diccionario melodramático directa a televisión, vamos.

4 comentarios:

  1. A mí me encantó. Es todo un despliegue de recursos que conforman una obra maestra de cabo a rabo, a pesar de su lentitud inicial. Saludos!

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  2. Es una serie muy sorprendente; yo no sabía casi nada del argumento y me sorprendió cómo emplea el primer capítulo para plantear la historia y hasta mitad de la serie no se mete en harina del todo. El final es sobrecogedor.

    Gracias por el comment!

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  3. Cómo han cambiado las tornas... ahora hay quien le pone peros a una serie por cinematográfica... Yo creo que Todd más que resucitar el género lo ha vuelto a legitimar, que el melodrama no estaba muerto, estaba de parranda. Me parece que para el universo catódico, hay que administrarlo en pequeñas gotas, si se trata de series largas de varias temporadas, o si no homenajearlo a tope en miniseries como en esta 'Mildred Pierce' que me muero por ver. Desde aquí hago un llamamiento (siempre he querido decirlo) para una revisitación (versión serie cortita) del clásico 'Pleyton Place' o un biopic, ya que nos ponemos, de su escritora, que murió alcoholizada y rechazada por los gilipollas de sus contemporáneos. He dicho.

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  4. Supercomentario!! Me ha gustado mucho lo de que el melodrama estaba de parranda. Es cierto que siempre hay algún director freaky (como yo) que lo cultiva, y también es verdad que un melodrama televisivo puede llegar a ser muy duro. Es muy difícil superar los desavaríos en modo de soap-opera, pero las miniseries al estilo Mildred Pierce o The Crimson Petal and the White (ésta no es un melodrama al uso) son para enorgullecerse del género. Buena idea lo de la escritora de Peyton Place; podemos decírselo a Shonda Rymes, que lo está dando todo últimamente.

    Gracias por el comment!

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