miércoles, 5 de junio de 2013

La coronación de Juego de Tronos


SPOILERS de la tercera temporada de Juego de Tronos

Juego de Tronos había sido un paseo hasta Las lluvias de Castamere. El noveno capítulo de la tercera temporada afronta uno de esos retos que consagran o destruyen a una serie. En su caso la ha hecho más grande. La de HBO siempre ha sido una ficción arriesgada y valiente; lo fue en su intención de adaptar Canción de Hielo y Fuego, la saga literaria contemporánea más compleja, y lo fue en su cambio de tercio de programación respecto a la cadena. Es incuestionable que Juego de Tronos ha supuesto más éxitos que disgustos a la cadena, pero también que ha sido de sus ficciones de primera a la que más le ha costado ponerse a la altura de las grandes, entrando a las nominaciones importantes por los pelos y haciéndose con algún premio de consolación. Y es que el entretenimiento en el cable sigue sin estar bien visto. La cuestión es que la Boda Roja, el episodio de Tormenta de Espadas en que Robb Stark, su esposa y su madre, Catelyn, son despiadadamente asesinados por los Frey tras el casamiento de Edmure Tully, ha sido siempre una de las polémicas de la saga y una de las incertidumbres de la serie para los lectores, que esperaban ansiosos su resolución en la pequeña pantalla. El que fue el capítulo de Canción de Hielo y Fuego preferido por George R. R. Martin pese o por su crudeza –el escritor habló para EW sobre el origen real de la Boda Roja– es la escena por la que Juego de Tronos sale a hombros de la plaza.

Y nosotros que aplaudimos y lloramos de alegría al verla por fin cabeza de cartel, por seguir con el rancio símil tauromáquico. Las lluvias de Castamere ha sido la puesta de largo de calidad para los críticos y para los espectadores que aún pedíamos algo más. Y aunque es verdad que la tercera temporada de Juego de Tronos ha sido especialmente redonda, la serie había puesto sus excelentes cartas sobre la mesa desde el principio. Es sorprendente que nos echemos las manos a la cabeza, para bien o para mal, cuando la ficción (en primer lugar la novela) se atrevió a cargarse a Ned Stark, el personaje que nos introdujo en las oscuras intrigas de Desembarco del Rey, en la primera temporada. Sin embargo, el tono oscuro que cobró desde entonces Juego de Tronos se ha vuelto desesperadamente amargo tras las crueles escenas de Las lluvias de Castamere. Y no porque Robb, Catelyn y Talisa fueran los personajes más carismáticos –de hecho eran los más 'planos' de la serie, como analizan en AV Club– sino porque simbolizan la muerte de la esperanza. Robb fue el heredero de la nobleza de Ned, y Catelyn simbolizó, con más grises, el honor y la compasión como matriarca. Esa idea del honor, muy presente en la escena, la hace más desesperanzadora –"hemos comido de tu pan y de tu sal", se refiere Catelyn a las leyes de hospitalidad, e implora que no maten a su hijo "por el honor de los Tully y por el honor de los Stark"–.

La crudeza de la escena –no tanto por lo sangriento, pues no es pornográfica más allá de lo que exige lo que está pasando– gana también por lo indigno e inevitable. Son de piel de gallina las imágenes en que Catelyn escucha los primeros acordes de la canción Las lluvias de Castemere y descubre la malla metálica bajo la camisa de Roose Bolton antes de que asaeteen y apuñalen salvajemente a su nuera y a su hijo para ser ella degollada después, una planificación audiovisual de perfecto suspense que debemos a David Nutter, director del episodio. Y es que en Poniente con honor y distinción no se va a ningún sitio, algo que habríamos aprendido ya si dejáramos de ver con los ojos de la costumbre. La razón por la que Juego de Tronos es una merecida serie HBO es porque ha sido pionera a la hora de contar las historias sirviéndose del contemporáneo George R. R. Martin, algo que Homeland ha ayudado a rematar; el relativismo de los puntos de vista que nos acercan a ellas. Los Stark son protagonistas de Juego de Tronos solo porque nos acercaron a su historia en un principio (lo que se llama efecto de primacía), una estirpe muy bien elegida por el autor, ya que simbolizan el honor y la justicia, inútiles en Poniente, para poder metérnosla doblada después. Sería injusto decir que saga y ficción se consagraron por un capítulo o una escena, pero no si ésta representa tal salto cualitativo, que emprendieron a costa de reputación y seguidores. Juego de Tronos es la única ficción actual que podría enfrentarse a tal reto, y lo ha hecho de sobresaliente.

Coda. La Boda Roja, el ocho clicks

3 comentarios:

  1. Victor, me ha encantado tu artículo.

    Los Starks nos han introducido en Westeros y se han ganado nuestro corazón como "los buenos" para acabar todos a dos metros bajo tierra. Sin duda el mundo que ha creado GRRM es un mundo cruel y ahí reside la clave del éxito. La agresividad, la amenaza, el conflicto... todo esto nos gusta y deseamos que cuanta más sangre haya mejor. Juego de Tronos tiene mucho mérito por conseguir plasmar esta oscuridad en la pantalla. Cada vez estoy más encantado con la serie...

    ¡Saludos! :)

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  2. La serie si ha hecho un buen trabajo ;) tienes razon con los stark. En lo personal no es mi familia favorita (prefiero a los Lannister) pero realmente el reto que se presenta otra es que por otros pequeños personajes que se volverán grandes como Arya, la casa Stark sigue ahi

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  3. Jandro-Liz:

    Creo que realmente los Starks más interesantes han acabado siendo Sansa y Arya (siguiendo un poco la tónica de acción femenina de la serie), y Jon Nieve por defecto, porque sigue siendo bastante plano. Juego de Tronos, al igual que la saga, es muy transgresora en todo esto del foco (a través de quién vemos la historia), y nos vamos dando cuenta según pasan las temporadas.

    Un saludo, y gracias por los comments!

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