La ficción televisiva, al igual que la de la gran pantalla, es un
trabajo en equipo a gran escala, y Breaking Bad no es menos. Vince Gilligan
será siempre el padre de la serie porque de él nació la idea y porque él reunió
al equipo humano que hay detrás de ella, pero también por la mitología derivada
de la etiqueta de Creado por, ahora tan aclamada como la de Dirigido por. Breaking Bad sería probablemente una serie menor si no fuera por los
guionistas, directores y productores que acompañan a Gilligan; el dio las
primeras pinceladas del retrato de Walter White a golpe de un humor, intriga y
suspense heredados en parte de Expediente X. Allí conoció a algunos miembros, otros vinieron de fuera, de los que hoy forman la escuela Breaking Bad,
profesionales de la tele cuyos nombres no sabemos o no recordamos pero sin
los que no existirían esas obras maestras de 42 minutos.
Peter Gould, la mano derecha
El hombre a la sombra de Vince Gilligan (no olvidemos a
George Mastras) con más papeletas para heredar su factoría y nuevo producto en
AMC, Better call Saul. El guionista y productor Peter Gould, curtido casi
únicamente en Breaking Bad, es el que más capítulos de la serie ha escrito o
coescrito después de su creador. Aunque tanteó el terreno de la primera
temporada con un solo episodio, Gould dio el bombazo en la segunda con dos
momentos lapidarios: Bit by a dead bee (2.03), en el que Walt escupe a un
psicólogo el orgullo que le convertirá en el rey de la metanfetamina ("Mi
esposa está embarazada de un bebé que no planeamos, mi hijo tiene parálisis
cerebral y en 18 meses estaré muerto"), y Better call Saul (2.08), el
episodio debut del personaje interpretado por Bob Odendirk, de quien es realmente
el creador. También ha participado en los guiones de capitulazos como Half
measures (3.12), Blood money (5.09) y Granite state (5.15), y director de éste
último y de Problem dog (4.07).
Michelle MacLaren, la mujer tras la cámara
Breaking Bad, The Walking Dead y Juego de Tronos rematan un curriculum iniciado hace más de 10 años, también en Expediente X. Michelle MacLaren es sin
lugar a dudas una de las mejores directoras de la televisión actual, no de ésas
que hacen grandes virguerías detrás de la cámara, que también, sino de las que
saben clavar la planificación visual que el guión exige. MacLaren, que después
ha sido productora de la serie, se estrenó con uno de los capítulos más recordados de Breaking Bad, 4 days out (2.09), en el que la RV deja tirados en
pleno desierto a Walt y Jesse. Aquí demostró su mano en escenas tranquilas,
divertidas pero reflexivas, y en los grandes angulares de Nuevo México, pero su
puesta de largo fue un momento irrepetible de acción: la escena final de One minute
(3.07), el enfrentamiento entre Hank y los Salamanca. Se ha lucido además,
entre otros, en dos de los últimos episodios: Buried (5.09), la memorable hora de Skyler White, y To'hajiilee (5.13), que vuelve al escenario del piloto.
Moira Walley-Beckett, reflexión y subtexto
MacLaren es la claqueta de cabecera del equipo Gilligan y
otra mujer, Moira Walley-Beckett, es una de sus plumas imprescindibles. Esta
veterana actriz, que formó parte además del staff responsable de Pan Am, es la
guionista más prolífica de Breaking Bad, y puede presumir de haber sacado
adelante uno de sus indiscutibles capítulos estrella, Ozymandias (5.14). Es curioso
que el equipo de la ficción confiara en ella, que antes se había encargado de
momentos menores, a excepción esa joya reflexiva que fue Fly (3.10), para
coescribir el que ha sido probablemente el capítulo más importante de la serie
hasta el momento. Aún así, Walley-Beckett bordó sobre el guión de Ozymandias la
muerte de Hank, el ataque de Walt contra Skyler cuchillo en mano y su llamada
telefónica posterior, una conversación cargada de subtexto en que el profe
de química desaparece definitivamente dentro de Heisenberg. MacLaren y
Walley-Beckett han demostrado que la labor femenina en televisión no siempre
entiende de géneros.
Rian Johnson, tres veces bueno
Un director con el que Moira Walley-Beckett hace muy buenas
migas en lo audiovisual es Rian Johnson. Al cineasta, que ha escrito y se ha
puesto tras las cámaras de Brick y Looper, dos pelis muy aclamadas del
Hollywood mainstream, puede aplicársele lo de que lo bueno, si breve, dos veces
bueno. En su caso, tres; tres capítulos de Breaking Bad en la dirección. Su
primer trabajo con un guión no escrito por él mismo fue ese divertido y psicotrópico Fly, de Gilligan y Walley-Beckett, sobre la sintomática obsesión de Walt por una mosca que se cuela en
el laboratorio. Repitió en Fifty-one (5.04), uno de los momentos más
perturbadores de la serie, dedicado a la depresión de Skyler White y en que finge un intento de suicidio en la piscina; y en el genial
Ozymandias. Su sincronización con Walley-Beckett, con la que formó tándem de
nuevo en ese episodio, fue escalofriante, de la escena inicial al
enfrentamiento en el salón. Caso similar fue el de Bryan Cranston,
que dirigió tres capítulos, Blood Money (5.09) el mejor de ellos.
George Mastras, tercero en discordia
Tercer miembro de la terna Breaking Bad. George Mastras,
productor y guionista (y hermano de Maria Jacquemetton, que desempeña las
mismas labores en Mad Men: momento gossip), es el que más capítulos de Breaking
Bad ha escrito después de Gilligan y Gould. Y es, al igual que Gould, uno de
los miembros del equipo que empezó desde abajo para convertirse en perpetuador
del know-how de la serie en intriga y suspense. Mastras participó en tres episodios
capitales en la recta inicial de Breaking Bad: Crazy handful of nothin' (1.06),
en el que Walter, ya rapado, vuela por los aires la cueva de Tuco Salamanca;
Grilled (2.02), tan climático como tronchante, en que el loquísimo narco
secuestra a White y Pinkman; y Mandala (2.12), donde Heisenberg debe decidir si
asistir a su primera entrega con Gus Fring o al parto de su mujer. Merece una mención
especial Sam Catlin, escritor de la Primera División de Gilligan y pareja
creativa de George Mastras, Michelle MacLaren en 4 days out y Rian Johnson en Fifty-one.
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