Dos acontecimientos de los últimos 30 años han cambiado no sólo la política
internacional sino también la forma en que la filosofía, la sociedad y la cultura, también la televisión, se acercan a ella. La caída del muro de Berlín
creó las imágenes de la prosperidad económica posterior y la creación del
Estado del Bienestar durante décadas; los atentados del 11 de septiembre, por
el contrario, cortaron la cinta de la cultura del miedo y la decadencia
occidental. Hoy, cuando se cumplen doce años del 11S, las críticas y los análisis
televisivos siguen considerándolo como el evento más influyente en los
derroteros de la pequeña pantalla, no sólo por sus imágenes sino por la manera
en que series como Los Soprano, Mad Men o Homeland se han enfrentado al American
Way of Life. El cine no dudó en atreverse enseguida con películas como United 93 o World Trade
Center, pero la televisión lo pudo encarar con el tiempo necesario para la reflexión; de
hecho, algunas ficciones vivieron el antes y el después del 11S y cambiaron el chip en su regreso a la parrilla norteamericana en el otoño de 2001.
El caso más urgente y puede que el más célebre fue el de El
ala oeste. La serie de Aaron Sorkin estrenó el día 3 de octubre, apenas un mes
después de los ataques, Isaac and Ishmael, especial dedicado a la memoria de
las víctimas en el que el equipo del presidente Bartlet se enfrenta a un
atentado terrorista bajo la sombra del yihadismo. Aunque de forma forzada para
parte de la crítica, lo cierto es que Sorkin y compañía remataron en tiempo
record un capítulo que defendía el respeto cultural y la resolución pacífica
del conflicto. Otras dos grandes series del momento dialogaron con el 11S, no
solo ofreciendo su propia mirada sino filtrando la tragedia en su discurso. Sexo
en Nueva York consagró su propio tributo con mensajes de apoyo a bomberos y policías en el skyline de Manhattan, que recuperó su televisivo glamour. Por el
contrario, Los Soprano, ya de por sí cínica con figuras occidentales como la
mafia, eliminó las Torres Gemelas de su cabecera y siguió profundizando en las
sombrías mentiras del hombre y el sueño americano.
Ficciones posteriores también afrontaron, conscientemente o
no y desde diferentes fórmulas, las heridas culturales del 11S: Battlestar
Galactica (2004), el remake de la serie de los 70 sobre una civilización en andamios tras un ataque alienígena y sobre la que pende la
sospecha del genocidio; Mad Men (2007), construcción y posterior deconstrucción
del hombre de los años 60, que se enfrenta una vez tras otra a la muerte de la
esperanza política en la imagen televisiva de los magnicidios de los Kennedy y
Martin Luther King; Fringe (2008), donde una nación bajo continuos ataques bioterroristas
descubre su culpa en experimentos militares (con un guiño buenista, además, a
las Torres Gemelas); o Rubicon (2010), la primera en hablar directamente
del 11S, la cultura del miedo y la paranoia social ante el terrorismo (Carrie Mathison es digna sucesora de su protagonista, Will Travers). Sin embargo, fue 24, estrenada en 2001, la que marcó el ritmo de la intriga política y creó todo un subgénero a partir del 11S.
La serie de Jack Bauer fue una adelantada a la
actualidad, y por eso los ejecutivos de Fox temieron que nunca viera la luz; el
piloto de 24, grabado meses antes del 11S, sigue en tiempo real una operación
que intenta evitar un atentado contra un candidato presidencial. Aun así, su
acción y su despliegue tecnológico (sobre todo en lo referente al control
social) conectó con la audiencia 'nacida' de los atentados y contagió a otras
como Flashforward o Person of Interest. El discurso definitivo ha venido a
darlo la arriesgada Homeland, que ha llegado a introducirnos en el 11S después
del 11S, el ataque que sufre Langley en la segunda temporada. Su fórmula da un
paso más en la mirada del género hacia los buenos y los malos, una línea más
difusa que nunca desde el relativismo rabioso, reprobable y falible de Carrie
Mathison, que cae en una peligrosa paranoia antiterrorista. Las imágenes televisivas del 11 de septiembre trascendieron de los
noticiarios a la ficción, que no solo las ha recibido en la forma de
nuevos géneros, también en discursos sobre cómo los norteamericanos se ven a sí
mismos 12 años después.
¡Pero cuánto sabes...!
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