viernes, 2 de septiembre de 2011

La imposibilidad del relato televisivo

En la escena inicial de The Killing, la inspectora Sarah Linden, en su carrera matinal, encuentra el cadáver de un animal a orillas del lago. Blanco y en botella. Y es que aunque la primera parte del piloto se empeñe en hacernos creer que Rosie Larsen puede estar viva, no hay que ser muy listo para darse cuenta de que la chica está muerta desde el primer minuto. Las promos previas al estreno, en abril el de la AMC y anoche en Fox Crime, muestran el cuerpo muerto de Rosie mientras es amortajada; y el título de la serie es un tanto significativo (modo irónico on). El descubrimiento matutino de Linden es una broma macabra de The Killing, y no porque sea un drama más cruel o menos honesto que otros, ojo, sino porque al thriller de la AMC le encanta jugar con las expectativas. The Killing tiene un enorme respeto por los personajes, la niña entre ellos, y esto no le prohíbe ser fascinantemente tramposa.

El cadáver de Laura Palmer fue encontrado en los primeros planos de Twin Peaks. Y no lo digo porque la de David Lynch sea menos cruel o más honesta (en absoluto), sino por mencionar sólo una de las miles diferencias entre ésta y The Killing. Porque series en las que el desencadenante es un asesinato no hay sólo dos, y los que hayan podido ver ambas ficciones sabrán que Twin Peaks y The Killing se separan en el momento en que la primera se convierte en un relato oscurísimo y perturbador sobre el mal escondido tras lo cotidiano, y la segunda gana enteros como un drama sobre la descomposición de la realidad actual y su conversión en narrativa televisiva. Bien pensado, pueden funcionar como homólogas en la distancia, una como reflejo contemporáneo de la otra si acaso.

Me la jugaré hablando de The Killing como una versión televisiva nada gratuita de Zodiac. Esa primera escena, además de un guiño muy negro a las expectativas de un primer capítulo, es toda una declaración de intenciones; la muerte de Rosie es el catalizador de la destrucción de los Larsen, de Sarah Linden y Darren Richmond, por mencionar sólo los damnificados principales. El nuevo caso les conducirá de lo diario a una sucesión más caprichosa que caótica de móviles criminales y sospechosos. ¿Y si nos planteáramos que lo que parece un desarrollo incoherente y mentiroso sobre la muerte de la chica y sus consecuencias es un ensayo sobre la incapacidad de entender crímenes tan atroces como el de Rosie y la imposibilidad de plasmarlo en un relato televisivo? Yo apuesto por la vertiente Fincher de The Killing; es tan inexplicable y real como el brutal asesinato de una niña de 17 años.

4 comentarios:

  1. Con su final polémico y todo, The Killing me convenció. Cierto que estira el chicle más de lo necesario, y a veces si inventa caminos muy artificiales para alargar el show, pero tb hay que entender que una serie policíaca tiene sus convenciones y que siempre por cada paso adelante se dan dos para atrás.

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  2. Si es que yo no acabo las series por algo... Miedo me da descubrir eso de la imposibilidad del relato. Porque en 'Zodiac' lo aceptas, al fin y al cabo te han 'mareado' sólamente durante dos horas y algo, pero aquí durante unos cuantos capítulos.

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  3. -Jaina: Respecto a lo que dices, es cierto que la primera parte de la temporada es un tanto tediosa, y el hecho de que se sucedan varios sospechosos para luego quedar en la nada (alrededor de la mitad de los capítulos está enfocado en torno a la trama del profesor) llega a ser ciertamente desesperante. Puede que yo me haya dejado llevar por las sensaciones de la season finale, que me parece una de las mejores del año y no es precisamente "lo peor" de la serie. Yo defiendo la autoconciencia de The Killing en salirse de la tangente del policiaco.

    -Laura: En serio, ha llegado la hora de que veas el último capítulo (más que nada porque si no alguien acabará destripándote el final de temporada). Merece mucho la pena; es de las mejores finale del año, y para algo vemos series, para que nos engañen un poco :D.

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  4. Opinamos igual, han intentado darle una vuelta de tuerca al género y la gente se ha puesto hecha un basilisco. A mí no me pareció tan horrendo, ni mucho menos.

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