
A Jack Orman (Urgencias) y Thomas Schlamme (El ala oeste de la Casa Blanca) no les da vergüenza ser mitad novela de Danielle Steel, cuarto de culebrón venezolano y popurrí kitsch de referencias para el resto… De hecho, es posible que el eclecticismo del que hace gala Pan Am sea la única manera de contarnos esta contemporanísima historia sobre la aerolínea estadounidense más importante durante 60 años. Las hermanas Kate y Laura, ambas azafatas, la mayor espía del gobierno anticomunista, la pequeña recién huída de su boda; Colette, una francesa muy echada pa'lante con un pasado muy duro; Maggie (Christina Ricci), capaz de arriesgar el empleo por su fanatismo a lo Kennedy; Ted (Michael Mosley), piloto militar relegado al vuelo comercial… Todos parecen ser hijos del espíritu bigger than life que la ABC ha querido otorgar a la Pan American American Airways, una excusa para hablarnos de originales experiencias sobre confianza, sueños y otros subidones de glucosa.
Seguro que hemos oído mil veces acerca de ambición, valentía y superación de lo tradicional, pero nunca de boca de Pan Am. Es más, lo mejor que podían hacer los productores para que nos tomáramos en serio tanto algodón de azúcar era hacer otro tanto con su propio proyecto. Pan Am es irreverente, autodidacta y sinvergüenza; la serie roba a la historia la época, se apropia de la imagen colectiva de las ciudades capítulo a capítulo, aprovecha tópicos culebroniles y tramas a lo novela rosa, pone formas muy clásicas y usa flashbacks cuando le da la gana. Lo curioso es que tal jaleo referencial no se extiende a la esencia de la serie; Pan Am tiene grandes y muy particulares personajes, combina la serialidad y lo conclusivo como buena serie de network, es coherente en sus líneas de continuidad y respeta el leitmotiv idealista que ha prometido al espectador. Y aun así, parece que crítica y público no nos ponemos de acuerdo una vez más; Pan Am planea sobre la cancelación, pero no será por no haberse currado el volar con nosotros.