jueves, 11 de abril de 2013

La muerte según Don Draper


SPOILERS de la season premiere de Mad Men
 
La muerte ronda a Don Draper, y él se deja querer. Mal asunto cuando Don, una persona que se identifica a través de la percepción que quienes lo rodean tienen de él, da tantas muestras de amargura. La muerte protagoniza la premiere de la sexta temporada de Mad Men desde el primer plano, así como en la quinta entrega ya hizo sus pinitos en Commisions and Fees y The Phantom, a través del suicidio de Lane y el fantasma del hermano de Don, que se ahorcó en la primera temporada. Estas figuras también persiguen a Roger Sterling –es curioso ver cómo dos personajes tan diferentes en aquel Nixon vs. Kennedy se han encontrado simbólicamente en la madurez–, que se acercó muy sutilmente al suicidio en capítulos anteriores y que ahora ha afrontado la muerte de dos seres queridos. Puede que él se enfrente a ello de una manera más cínica que Don –sus conversaciones con el psicólogo dan todo el sentido que las imágenes de Draper solo sugieren–, pero seguro que con el mismo miedo. The Doorway es una premiere de declaración de intenciones, menos críptica pero más amarga que antes.

La muerte parece ser una imprescindible de la 'obra tardía' de Weiner –tardía en el sentido de que sus personajes se acaban enfrentando a ella en cierta etapa de la madurez–, no como una experiencia real sino como un modo de vida. El sentirse muerto. Es incuestionable la presencia de la muerte en las dos últimas temporadas de Los Soprano, de las que se 'encargó' Matthew Weiner y en las que más se nota su mano, entregas más simbólicas, más oscuras pero igual de viscerales. Tony Soprano se acerca a la muerte de una manera más carnal que Draper en Join the Club, uno de los mejores episodios de la serie– nostálgicos e interesados en spoilearse pinchad aquí y aquí–, pero con el mismo miedo y liberación. En The Doorway, el ataque al corazón del portero, que en un primer momento parece ser Don, la simbología del soldado que el capítulo nos hace dar por muerto, el anuncio para el resort hawaiano en que se mezclan el paraíso y el infierno, profundizan en esa idea que fue una revolución en el retrato del protagonista de Los Soprano pero que en Mad Men invita a la involución.

El infierno –la referencia a Dante, lectura sugerida a Don por su nueva amante–, la muerte como contrario de aquello de lo que no se puede escapar, perseveran en la oscuridad ya conocida de Don Draper. La quinta temporada de Mad Men sorprendió precisamente por romper el tono de la serie durante cuatro temporadas, y metió el dedo en la llaga de los nuevos retos de los cercanos 70, el reverso juvenil de Roger Sterling, el papel femenino de Megan, Peggy y Joan en la modernidad. A la espera de ver cómo evoluciona la sexta entrega –analizar una premiere de Mad Men es tarea complicada, pues las piezas del puzle suelen encajar en los últimos capítulos–, nos quedamos con un Don Draper mucho más amargo, más viejo pero que como vendedor de publicidad experto se sigue localizando en los demás, en concreto en las mujeres que poco a poco dejan de depender de él. Su excelencia dramática sigue siendo la misma, también su sugerencia formal, pero después de este estreno es lógico preguntarse si Mad Men nos lleva a un Don Draper por el que solo pasan los años.

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